En el club de Greta Libros con Garbo nos gusta mucho la literatura. Tanto como viajar. Por eso nos encanta el concepto de viaje literario. Y el de literatura viajera. Dolores Payás nos invitó hace unos meses a recorrer la Inglaterra de Jane Austen y ahora le toca el turno a otra escritora muy querida en nuestro club: Andrea Mateos, autora de Germinativa y de varios poemarios. En esta ocasión Mateos comparte con nosotros Lo que nadie mira. Un texto que le brotó en su viaje por Bruselas tras caminar, sentir y mirar la capital belga tomando como guía e inspiración las páginas de Photo Poche de la artista conceptual francesa Sophie Calle*.
Bruselas, 7 de junio de 2023
Cedo parte de mi libertad cuando no miro, cuando dejo de hacerlo sin darme cuenta, cuando deambulo por la calle sin detenerme a observar la cochambre del suelo, el polvo acumulado en las ventanas de las casas. Querida Sophie, hoy me he dado cuenta de que llevo varios meses enjaulada, arrinconada en ese espacio que es la rutina construida por el sistema que nos gobierna (no hablo de la política). La vida ajetreada ha sido implantada en nosotras sin pedirla y no es hasta que una sale de su entorno y se obliga a tomar una pausa cuando los ojos se quitan el velo y despiertan.
Estoy ahora mismo sentada en un banco del parque de Egmont en Bruselas. Llevo varios minutos observando un charco reseco de agua sucia. Lo piso, chapoteo ligeramente sobre él, con delicadeza, como hacen los adultos que no desean ser vistos (tú sabes de lo que hablo). Las ondas se expanden y mueren, balancean pequeñas hojas secas, un mosquito ahogado, partículas de polen con pelos y otra clase de residuos y sobras. Carroña no comestible. Pienso en el placer de poder describir todo esto, ¡en la locura de hacerlo! Narrarlo es apresar la pulsión de la vida.
Querida Sophie, existen asuntos triviales sobre los que nadie quiere conversar. Tú no puedes acercarte a tu madre y decirle oye, hablemos del ritual del apareamiento de un piojo. O de la trayectoria de una pelusa, de su nomadismo incierto. Últimamente, encuentro belleza en todas esas cosas. Quiero decir… que por supuesto que voy a visitar las Galeries Royales Saint-Hubert. ¡Cómo no hacerlo! Pero he descubierto otro tipo de turismo que va más conmigo, más local, más encubierto. Callejear por barrios ignorados se ha convertido en mi nuevo pasatiempo. Me gusta capturar lo que nadie mira cuando recorre un país extranjero: las malas hierbas que crecen en los huecos de las casas, los bares cutres de barrio que no aparecen en los panfletos turísticos, los monumentos sobre los que no hablan los famosos de turno.
He pensado, en ocasiones, en empezar a elaborar mis propias y chabacanas guías de viaje. ¿Alguien las consultaría? Imagina la cara de sorpresa que pondría la gente… Me voy a París a visitar la parte más ordinaria de la ciudad, sus calles harapientas, su fritanga. París no tiene fritanga, ¡es la ciudad del amor! Sí que la tiene, también hay amor en la inmundicia. ¡Bah, sarta de sandeces! ¡Estás loca!
Considero que es una forma muy acertada, e igualmente válida, de conocer un lugar, su verdadera esencia, su localismo. ¿No te parece, querida Sophie?
[Es increíble lo que da de sí un charco de agua sucia]
El País de las Maravillas emergió a raíz de una Alicia persiguiendo un conejo blanco; yo soy capaz de crear La Tierra de las Birrias a partir del ahogamiento de un mosquito belga. Aquí cada una se labra sus propios disparates y yo prefiero hacerlo desde la banalidad de lo que, contra todo pronóstico, importa porque teje la vida.
GUÍA PRÁCTICA
The Hotel Brussels, un alojamiento moderno en el bulevar de Waterloo con vistas impresionantes sobre los tejados de Bruselas desde su Panorama Lounge en la planta 24 o desde cualquiera de sus habitaciones panorámicas. Realizan además colaboraciones con artistas locales, ya sean exposiciones en su Gold Room o mapas con direcciones recomendadas por diseñadores belgas, hilo musical customizado, podcasts en inglés… Desde 166€/noche.
Café du Sablon (rue de la Régence 26), ideal para hacer una parada en el centro y tomar un café especialidad con vistas a la iglesia de Notre Dame du Sablon. Aquí sus baristas se toman muy en serio el slow coffee.
Tonton Garby (Duquesnoy 6): el local es tan discreto que llega a pasar desapercibido, pero atención porque sirven unas baguettes que bien valen los 40 minutos de cola que hay que hacer si llegas en hora punta (12 a 14.30h). El ingrediente común es el queso (se trata de un negocio familiar cuyo origen fue una quesería) pero lo personalizan según tus gustos con chorizo belga, pera e higos… Delicatessen por menos de 10€.
Librería Tropismes, dentro de las Galerías Saint-Hubert de finales del siglo XIX. La librería, de tres alturas y profusión de espejos, artesonado y pan de oro, abrió en 1984 en el antiguo jazz club Blue Note y desde entonces es la perdición de bibliófilas y lectoras garbosas.
* CALLE, Sophie: Photo Poche, Verona, Actes Sud Editions, 2022.
2 comentarios en “Bruselas: Lo que nadie mira”
Querida Andrea:
Me ha gustado mucho este recorrido de Bruselas bajo tu mirada, ¿por qué no detenerse también en estas «bagatelas» que nos ofrecen las ciudades?
También agradezco que en los viajes, más aún cuando son literarios, se incluyan librerías y bibliotecas. Me parece una maravilla esta Tropismes que describes y, solo por recorrer sus pasillos, merecería la pena un viaje a Bruselas por mi parte.
Un abrazo,
Conchi.
Qué felicidad poder colaborar en el blog más garboso del reino 😝.