Ruta por la Venecia menos turística y masificada

Venecia, ruta por la ciudad italiana
Greta libros con Garbo monograma G

En junio seguimos los pasos de la gran Peggy Guggenheim en Nueva York. Pero también en Venecia, ciudad en la que fijó su residencia y creó un museo de arte contemporáneo que se ha convertido en todo un referente cultural. Además de recomendaros la visita a la Colección Guggenheim, os proponemos un recorrido por las joyas conocidas (y otras que no lo son tanto) de la Ciudad de los Canales.

Venecia, ruta por la ciudad italiana
El Gran Canal de Venecia. | Fotos: P. Osuna

En Venecia hay que seguir el instinto, el recorrido de una grieta en un muro, la ropa secándose al sol, el aroma de una cocina, un spritz a media mañana o un gato asomado a una ventana. Por eso este reportaje no es una lista exhaustiva ni pormenorizada de todo lo que hay que ver en la Ciudad de los Canales. Que cada una se marque su propio ritmo y se deje llevar.

Levantada sobre un lecho de troncos que sostiene sus frágiles cimientos, Venecia no sabe de escuadras ni de cartabones: primero aparecieron las casas, después trazaron las (escasas) calles y plazas (campi) y por último llegaron los puentes (¡hasta 420!), lo que hizo de ella una ciudad de belleza imperfecta con edificios de esquinas irregulares, ventanas oblicuas, puentes torcidos, callejones llenos de aristas…

Venecia, ruta por la ciudad italiana

El encanto de Venecia se esconde en los muelles del barrio de Dorsoduro, donde cualquier momento es bueno para sentarse a orillas de la laguna y leer, contemplar las islas vecinas o esperar al atardecer. También hay que buscarlo en los bàcari (tabernas) alejados de los circuitos turísticos. O en sus palacios del siglo XVI que alojan el arte más impactante del siglo XXI…

Pero demos nombres. Los venecianos se cuidan mucho de divulgar sus lugares preferidos, pero para eso está Greta. Tomad nota: en la trattoria Anzolo Raffaele, en el barrio de Dorsoduro, saben mucho de vino, encurtidos, pasta y carne. Si tenéis ganas de arquitectura y arte, la Scuola Misericordia di Venezia es un palazzo del siglo XVI que durante gran parte del siglo XX fue utilizado como cancha de baloncesto y espacio deportivo. En 2019 se rehabilitó como espacio para eventos y actos culturales y solo admirar su estructura es de por sí una delicia.

También en Dorsoduro se encuentra el pequeño squero de San Trovaso, un taller donde se fabricaban y reparaban naves de mercancías y que hoy se dedica exclusivamente a las góndolas. Como mejor se ve es de frente, desde los fondamenta Nani. De las tres casas de madera, dos sirven para alojar a los obreros y la tercera es un taller para reconstruir las piezas dañadas. De aquí solo salen dos o tres góndolas nuevas al año.

Venecia, ruta por la ciudad italiana

DE DORSODURO A CANNAREGIO

Si Dorsoduro es la Venecia de los canales anchos y los palacios espléndidos, del arte contemporáneo de la Colección Peggy Guggenheim y de las obras maestras de la Accademia, el sestiere (barrio) de Cannaregio es todo lo contrario. Pero ineludible. El antiguo gueto judío es un amasijo de callejuelas con espectaculares desfiles de sábanas, calcetines y ropa interior que parecen tender mensajes de una casa a otra en una versión textil del alfabeto morse.

Y qué decir de San Polo, al otro lado de Rialto, repleto de cafés y enotecas además de campi (plazas) donde es posible captar la esencia de la Venecia más auténtica. Aquí se encuentra la Scuola Grande di San Rocco, un prodigio estético de frescos firmados por Tintoretto y relieves de madera obra de Francesco Pianta plagados de metáforas y símbolos. Un atracón barroco  que fue creado por una confraternidad en el siglo XV para asistir a los ciudadanos en tiempos de plaga.

Pero ojo porque la Venecia de los venecianos no es necesariamente solitaria ni adusta: el Campo Santa Margherita es un hervidero de jóvenes sentados en sus terrazas, niños jugando a la pelota y vecinos paseando que de noche se convierte en el centro de la vida nocturna, sobre todo en verano.

Venecia, ruta por la ciudad italiana

GLAMOUR EN LOS CANALES

¿Y para moverse por los canales de Venecia? Lo obvio es la góndola, claro. Aunque se ha quedado para uso casi exclusivo de los turistas regateo mediante: los gondoleros son grandes showmen capaces de conversar y bogar a la vez, saludar, peinarse, cantar, reír y gritar a pleno pulmón «¡Òeh pòpe!» cada vez que acometen un viraje sin visibilidad. 

Nosotras te damos otras alternativas. La primera, un water taxi. Son más baratos que las góndolas y a bordo te sentirás como una estrella de Hollywood durante la Mostra. Pero si no quieres renunciar a la experiencia más típica de Venecia, un acto intrínsecamente veneciano es subir a una góndola de transbordo (traghetto) como la que cruza el Gran Canal de una orilla a otra. Las embarcaciones son algo más anchas que las que se usan para el turista y admiten más pasajeros, hasta una decena. Pero la sensación de navegar a remo, la brisa en la cara y el bamboleo del agua bajo los pies es la misma. Y todo, por menos de 5 €.

Luego están los pequeños cruceros por la laguna en vaporetto o motonave que permiten avistar el Gran Canal, la Giudecca, San Clemente, San Lazzaro degli Armeni, el Lido, el cementerio de San Michele… Hay quien hace la travesía a San Giorgio Maggiore solo para subir a su campanile y disfrutar de una perspectiva distinta de Venecia.

Te recomendamos acercarte a Murano y visitar el taller de la Fundación Berengo, una institución cultural con un espacio expositivo donde se muestran impresionantes obras de autores contemporáneos de la talla de Ai Weiwei, Erwin Wurm, Vik Muniz o Laure Prouvost en colaboración con maestros locales del vidrio.

Venecia, taller de la Fundación Berengo

NI SPRITZ NI BELLINI

A la hora de alojarnos, apostemos también por un hotel poco obvio: Il Palazzo Experimental, en Dorsoduro y apenas a diez minutos del museo de Miss Peggy. Las 32 habitaciones y suites de este cinco estrellas inaugurado en 2019 se distribuyen en las tres plantas de lo que fue la antigua compañía Adriática de Navegación desde 1932 hasta 2004. Al tratarse de un edificio histórico (y qué no lo es aquí en Venecia), la rehabilitación tuvo que respetar la distribución original y el resultado son habitaciones de dimensiones caprichosas con techos altísimos, grandes ventanales y amplios vestíbulos con vistas sobre la laguna y el Canal della Giudecca (desde 342 €). 

Claro que la niña bonita de este hotel del Grupo Experimental es la coctelería, un espacio que toma como referente el speakeasy de París con el que sus dueños (cuatro jóvenes franceses unidos por la amistad antes que por los negocios) comenzaron su andadura en 2007. Aquí ni spritz ni bellini, mejor dejarse aconsejar por su barman. 

Y si eres de llevarte recuerdos allá donde vas, nada de comprar a última hora en el aeropuerto, tanto en Dorsoduro como en Cannaregio encontrarás supermercados locales discretos, modestos y bien surtidos de pasta, quesos y productos maravillosos sin pátina turística.

Palazzo Experimental Hotel, Venecia

SAN MARCOS Y EL GRAN CANAL

Pese a lo que pueda parecer, Venecia es una ciudad teológicamente anárquica, devota de una plétora de santos y santitos. Ahí está la iglesia de los jesuitas (o Santa María del Rosario) con un techo rococó de Tiépolo. Santa Maria della Salute, cuyos feligreses murmuran sus oraciones sostenidos por más de cien mil pilotes de madera. La iglesia de la Madonna dell’Orto, un pequeño tesoro gótico con campanario románico. Y la basílica de San Marcos, magnífica muestra de la fe de los dux de Venecia por el evangelista. 

La visita es, si no obligada (cliché, cliché), sí recomendable. Por eso te aconsejamos que lo hagas a primera hora de la mañana o de la tarde, evitando las horas centrales del día, cuando se produce la llegada masiva de cruceros. Tanto la basílica del siglo XI como el campanario del IX son una maravilla y desde este último, el mirador más elevado de la ciudad, se puede contemplar Venecia en toda su gloria.

Si además lo haces cuando suenan las campanas, la experiencia es, perdonad el chiste malo, religiosa. Pero si no se produce esa mágica coincidencia no te preocupes, espera a la medianoche, cuando su marangona -la madre de todas las campanas- impone el silencio sobre la Serenísima.

Venecia, basílica de San Marcos

Y qué decir de la calle más hermosa del mundo. No podrás pasear por ella. Pero sí navegarla. El Gran Canal, ese brazo de agua dulce que tatúa una S sobre la piel de Venecia es, desde el siglo XV, la principal arteria de la ciudad. Antaño los barcos cargados de mercancías lo cruzaban para llegar al Rialto, el barrio de los mercaderes. 

Hoy son los vaporetti los que mejor muestran sus encantos: el 1 y el 2 lo surcan de un extremo a otro (merece la pena aunque pagues cuatro veces más que un veneciano si no tienes la Cartavenezia). Sube a la embarcación, pero una vez a bordo no te sientes. Simplemente sitúate a babor o estribor, mira, siente y respira.

En la Guida sentimentale di Venezia, Diego Valeri aconsejaba pasear sin rumbo: «Caminar por calli campi, sin un itinerario preestablecido, quizá sea el mayor placer del que se puede disfrutar en Venecia». Y añadimos: hacedlo de noche, cuando todos duermen.

Peggy Guggenheim en Venecia

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