No nos ha tocado ni la pedrea del Gordo de Navidad pero, como soñar es gratis, estos son ocho destinos literarios a los que hubiéramos viajado de cabeza y por todo lo alto si hubiésemos ganado la lotería. Si a ti tampoco te ha tocado pero te encanta soñar como a nosotras, sigue leyendo…
Que vivas enganchada a un libro no quiere decir que seas un ratón de biblioteca. Es más, aquí en Greta nos preciamos de ser lectoras todoterreno por vocación y disfrutonas por afición. Y aunque este año tampoco hemos tenido suerte con el sorteo extraordinario de Navidad, no por eso íbamos a dejar de pensar en los (grandes) viajes que nos hubiéramos pegado. De India a Brasil, estos son ocho destinos que nos emocionan porque nos acercan a alguno de nuestros autores y libros favoritos.
GALES & DYLAN THOMAS
Podríamos recorrer Gales de punta a punta siguiendo la huella del poeta y escritor Dylan Thomas. Desde Swansea, donde nació y trabajó como periodista (y en cuya casa natal en el número 5 de Cwmdonkin Drive puedes alojarte) hasta Laugharne, el pueblo a orillas del estuario del río Tâf donde Thomas vivió en distintas etapas de su vida. En su Boat House (en la imagen) recogió pinceladas y observaciones para su obra Bajo el bosque lácteo y el garaje de madera donde escribía todavía se mantiene en pie, aunque no en su emplazamiento original, sino en un altozano con vistas al estuario.
El poeta y su mujer Caitlin están enterrados en el cementerio local y en el bar del hotel Brown’s, un bonito bed and breakfast, Thomas pasó incontables horas conversando y bebiendo. En esta ruta por Gales también haríamos un alto en New Quay, un pueblo pesquero donde Thomas vivió una temporada con su familia y en Hay-on-Wye, la ciudad del libro donde se encuentra la librería de Richard Booth, la tienda de libros de segunda mano más grande del mundo (con permiso de Strand’s Books en Nueva York).
NUEVA YORK & AUSTER, SALINGER, POE…
La ciudad de los rascacielos es una habitual del cine pero la literatura tampoco le va a la zaga. Son muchos los autores que han vivido en Nueva York y han trasladado su efervescencia a las páginas de sus novelas. Por citar a algunos, porque la lista aquí puede ser interminable, se nos ocurre desde nuestro idolatrado Paul Auster a nuestra venerada Nicole Krauss, su ex marido Jonathan Safran Foer o el gran Salinger para recorrer Manhattan y Brooklyn. Descubrir el Bronx mientras visitas el cottage donde vivió un clásico entre los clásicos, Edgard Allan Poe. O, si tomamos como referencia una autora española y una novela actual, recorrer el Upper East Side con La señora March de Virginita Feito.
LANZAROTE & JOSÉ SARAMAGO
Aunque su Viaje a Portugal es una guía maravillosa para recorrer el país vecino, de José Saramago nos quedamos con su paso por la isla canaria de Lanzarote, en la que el Nobel de Literatura vivió durante 18 años en una casa sencilla en el municipio de Tías, hoy abierta a visitas. Además de escribir (aquí comenzó su Ensayo sobre la ceguera), el escritor portugués exploró los aspectos menos turísticos de la isla, como las montañas Tersa y Blanca que se alzan junto a su casa; visitó y revisitó el legado de César Manrique, a quien no llegó a conocer pero del que fue un gran admirador (los Jameos del Agua, el Mirador del Río…); se emocionó con sus volcanes, tanto los del Parque Nacional de Timanfaya como otros diseminados por la isla (el del Cuervo, sin ir más lejos); disfrutó de sus pueblos y playas, de El Golfo a Playa Honda y Punta Mujeres; y también visitó con frecuencia la bodega El Grifo, de la que era amigo del dueño. La huella del escritor portugués en esta isla nos permite recorrerla de punta a punta y además hacerlo de una forma diferente y, si nos apuráis, más auténtica.
RÍO DE JANEIRO & CLARICE LISPECTOR
Clarice Lispector fue una de las grandes autoras brasileñas del siglo XX. De origen ucraniano, vivió 28 de sus 56 años en la conocida como Ciudad Maravillosa. En Río de Janeiro, el primer hogar de Lispector fue Tijuca, un bosque de mata atlántica Patrimonio de la Humanidad donde los jesuitas establecieron los ingenios de azúcar en el siglo XVI. En el corazón del parque todavía se encuentra el restaurante Os Esquilos, que Claire y otros intelectuales de la época frecuentaban. También se la podía ver los fines de semana en la praia Vermelha con el inconfundible Pan de Azúcar al fondo y en Cosme Velho, desde cuya estación sale el tren que conduce al Cristo Redentor. Otros rincones de Lispector en Río son el colonial Largo do Boticário, el Parque Lage y el Jardín Botánico, al que acudía para leer y escribir. Sin olvidar Leme, el barrio junto a Copacabana que escogió para vivir tras pasar varios años fuera de Brasil y en cuyo paseo se erige una escultura en su honor.
YORKSHIRE & LAS HERMANAS BRÖNTE
Las hermanas Brönte han pasado a la historia de la literatura universal. Sus obras plasman pasiones tan rotundas como ocultas y transcurren en idílicas campiñas salpicadas de pueblos históricos, mansiones y parajes naturales de fábula. El llamado Condado Brönte en West Yorkshire es un territorio repleto de escenarios de las hermanas Brönte, articulado en torno al Brönte Way, un sendero de 69 kilómetros que nace en Oakwell Hall -el mítico Fieldhead de Shirley, una de las novelas de Charlotte Brönte- y termina en Gawthorpe Hall, donde muchos creen que Charlotte enfermó del resfriado que acabaría con su vida.
La ruta pasa por varios de los escenarios relacionados con las hermanas Brönte, como Thornton -el pueblo donde nacieron en el número 74 de Market Street (hoy una cafetería)- y Haworth, donde se mudaron en 1820. La bucólica localidad de Haworth es el centro del universo Brontë y cada esquina del pueblo, un homenaje a sus más famosas residentes: la familia Brönte vivió aquí entre 1820 y 1861, donde se mudaron a la casa parroquial, una construcción preciosa convertida en el Brontë Parsonage Museum. En esta casa en la que se escribieron Jane Eyre o Cumbres borrascosas hoy se exhibe la mayor colección del mundo de objetos personales de las hermanas Brönte: muebles, vestuario, libros, objetos de todo tipo…
PARÍS & VÍCTOR HUGO, BALZAC, SARTRE…
Con la capital francesa pasa como con Nueva York. El paso por ella de intelectuales y grandes figuras de la cultura es tan dilatado que es imposible no encontrarse con una referencia literaria en cada rincón. Desde la casa-museo de Víctor Hugo en la Place des Vosges a la catedral de Notre Dame que tan bien describe en su obra Notre Dame de París; la residencia de Honoré de Balzac, otro grande de las letras francesas, en el 47 de la rue Raynouard; la Ópera Garnier donde Gaston Leroux sitúa al archiconocido fantasma de la ópera; y por supuesto los cafés literarios como Les Deux Magots y el Café de Flore, La Closerie des Lilas y el Café de la Paix, donde fueron asiduos Simone de Beauvoir, James Joyce, Jean-Paul Sartre, Antoine de Saint-Exupéry, Ernest Hemingway, Oscar Wilde…
KERALA & ARUNDHATI ROY
Otro destino al que nos encantaría viajar si nos hubiera tocado un pellizco de la lotería es Aymanam, un bello pueblo en el estado indio de Kerala en el que la escritora Arundhati Roy vivió durante su infancia y en el que ambientó su novela El dios de las pequeñas cosas. Flanqueado por el lago Vembanad a un lado y el río Meenachil al otro, Aymanam combina una naturaleza espectacular con tradiciones y templos, artesanía local, cultura ancestral y respeto por el entorno.
En Aymanam se pueden hacer talleres de cocina india o de cerámica, realizar excursiones en bicicleta, navegar por sus backwaters, visitar el templo de Pandavam Sree Dharmasastha o las iglesias de St. Mary y St. Alphonsa (el cristianismo es la tercera religión de Kerala) y, durante los meses de diciembre y enero, contemplar el Thiruvathirakali, una danza femenina en honor al dios Shiva.
ORIENT EXPRESS & AGATHA CHRISTIE
Los viajes en tren suelen estar rodeados de misticismo. Y entre todos destaca por historia, lujo y glamur el Orient Express. Fue inspiración de numerosos autores, entre ellos Agatha Christie. La autora británica no solo publicó una novela inspirada en el famoso convoy (Asesinato en el Orient Express), sino que ella misma, trotamundos incombustible, viajó en distintas ocasiones a bordo de sus vagones. Cuando se inauguró a finales del siglo XIX, el Orient conectaba París con Estambul en 67 horas y en sus convoyes viajaba lo más granado de la aristocracia, la cultura y la sociedad europea del momento. A lo largo de los años su ruta y los vagones han ido cambiando y en la actualidad el Venice Simplon-Orient-Express mantiene la atmósfera art deco de sus años más espléndidos aunque ha incorporado nuevas suites que son todo un capricho (juzgad vosotras mismas viendo la imagen).