Soma o por qué la novela negra española triunfa

Emilio Diez Soma
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La novela negra española está en su mejor momento: la calidad -y la cantidad- de los títulos que se publican es alta y los lectores más exigentes se ven recompensados -salvo contadas excepciones- con tramas adictivas y personajes complejos. A este universo acaba de unirse Emilio Díez y su opera prima Soma, una obra ágil en la forma e intensa en el fondo.  Acostumbrado a tejer historias para la pantalla, este reconocido guionista ha dado el salto a la novela negra con un debut literario que aborda la soledad, el suicidio y las heridas invisibles. 

Soma Thriller

Puede que el nombre de Emilio Díez no te diga nada pero lleva orbitando en tu vida desde hace años: series tan reconocidas como Periodistas, Los Serrano, El embarcadero o La casa de papel, por citar solo algunas, llevan su firma. Estudió Derecho («que es la carrera que eliges cuando no sabes muy bien qué hacer con tu vida o sí lo sabes y quieres ganar unos años de prórroga») pero no tardó en diplomarse en la especialidad de Guión en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM). «Siempre he escrito, pero no sabía cómo convertir esa vocación en una profesión, hasta decantarme por el medio audiovisual, donde me parecía que era más plausible poder vivir de contar historias», nos confiesa este madrileño de origen familiar leonés.

«Hace un año y medio decidí que era el momento de hacer una apuesta fuerte para escribir una novela, así que me tomé unos meses de exclusividad para llevar a cabo lo que finalmente es mi primer libro, Soma».

PREGUNTASi tuvieran que compararte con algún autor de novela negra ya consagrado, ¿con cuál te gustaría? ¿Cuál es tu referente en el género?

RESPUESTA. Yo distingo dos tipos de novela negra: las primeras plantean tramas plagadas de giros cada vez más espectaculares y a veces poco verosímiles, en una montaña rusa que nunca para (Dan Brown, por ejemplo). Las segundas son más psicológicas, ahondan más en los personajes y en sus motivaciones, y resultan más realistas (Patricia Highsmith, Georges Simenon). Como lector, yo prefiero a los escritores del segundo grupo, aunque la cuadratura del círculo son los que aúnan ambos elementos. Por citar, de los clásicos me quedo con Hammett y Raymond Chandler (El largo adiós). James Ellroy me fascinó con su Cuarteto de Los Ángeles. Entre los españoles actuales, Agustín Martínez es un referente, iniciándose en el guión de series y dando el salto con éxito a la novela. También me gustan Teresa Cardona, Lorenzo Silva y Susana Martín Gijón.

P-. ¿Cuál fue el detonante para comenzar a escribir Soma? ¿Y hacerlo como novela y no como guion?

R-. Yo siempre cuento que mi cabeza funciona como el juego de unir los puntos: hasta que no trazas una línea entre ellos no sabes qué figura has formado. Soma partió de varias ideas, en principio inconexas, que se acabaron uniendo. Una de ellas es la imagen de un hombre lanzándose desde una azotea y un desconocido acercándose a él para no dejarle exhalar sus últimos segundos de vida solo. También me impactó descubrir la tasa anual de suicidios en España (4.000), y los problemas crecientes derivados de la soledad no deseada y de las heridas emocionales no curadas, que nos convierten en personas más frágiles y manipulables de lo que creemos.

El personaje de Arregui, el periodista, representa esa persona de una edad media (en torno a los 50 años) que ya no es ingenua, y que en cierto modo está de vuelta de todo, pero que al mismo tiempo necesita seguir reinventándose y luchando. Aisha nació de una experiencia real: una adjunta del departamento de Ginecología de La Paz que asistió al nacimiento de mi hija era muy joven y llevaban un hiyab en la cabeza. Esa imagen me provocó curiosidad y me pregunté por su historia.

El personaje de ficción (Aisha) es mi elucubración de quién podría ser la persona real. Por último, me pregunté qué podía llevar a un adolescente a cometer un acto tan terrible como matar a sus padres. Todas esas ideas acabaron uniéndose (con una dosis alta de trabajo y paciencia) en una historia, Soma, que desde la perspectiva de un thriller, habla de esos elementos que tanto me interesan: identidad, salud mental, soledad. Manipulación. Y las relaciones pocos sanas que a veces establecemos en entornos virtuales. Desde el principio tuve claro que esa historia debía contarla de manera literaria. Necesitaba contar tanto la trama como los personajes y sus matices y reflexiones.

P-. En las series estamos acostumbrados a los cliffhangers y a la tensión constante. ¿Cómo se traslada ese pulso narrativo a la novela negra?

R-. En mi caso, antes de ponerme a escribir la novela, tomé apuntes en un cuaderno, a mano, y fui desarrollando tanto la trama como los personajes. Al hacerlo, la historia fue creciendo y vi que me permitía integrar los matices que creía necesarios para enriquecer la historia. Cuando tuve clara la estructura, comencé a escribir la novela, esta vez ya en el ordenador. Fue una mezcla de respeto a la estructura (con un detonante claro, giros, cliffhangers) y la pausa necesaria para darle matices.

P-. El suicidio, la soledad, los abusos, la integración… son temas complejos. ¿Por qué decidiste abordar estos hilos oscuros en tu primera obra?

R-. Porque están en nuestra sociedad, a nuestro alrededor. Lo sufrimos nosotros y la gente a la que queremos. Es necesario hablar de ello. Me impulsaba la idea de, a través de una trama de thriller, dar voz y mostrar a esos personajes que a veces resultan invisibles y están sufriendo sin que nadie parezca escucharles.

P-. ¿Crees que la ficción es una herramienta eficaz para generar conciencia sobre estos u otros temas de calado?

R-. La ficción nunca debe pontificar, ni esforzarse en lanzar un mensaje unívoco. Cada persona lee un libro distinto y extrae mensajes distintos (e incluso tu idea de una novela puede cambiar completamente al releerla unos años más tarde, porque tú ya no eres el mismo). Lo máximo a lo que podemos aspirar los creadores de historias es escribir algo que nos interesa, convertirlo en algo que interese a los demás, y a partir de ahí, dejar que cada lector extraiga sus conclusiones.

Emilio Diez Soma

P-. ¿Consideras que estamos en un punto de inflexión (y reflexión) sobre el uso y dependencia de las pantallas? ¿O no escarmentamos?

R-. Las pantallas, las redes sociales… no es bueno ni malo en conjunto. Lo que sí creo es que al principio lo idealizamos en exceso, creyendo que sólo iba a aportarnos elementos positivos (¡que sin duda han tenido y tienen!) y nos hemos querido/sabido ver los negativos. Esto ha cambiado. Cada vez más psicólogos advierten de los efectos adversos de la dependencia a las pantallas, especialmente en chicos jóvenes que no conciben otra forma de comunicación. Es muy destacable que un país como EEUU, que se jacta de ejercer el liberalismo a ultranza, esté empezando a prohibir el uso de redes sociales a los menores de edad. Parte de Europa está haciendo lo mismo. Eso indica que empezamos a ser conscientes (un poco tarde) de los efectos dañinos que pueden tener.

P-. ¿Qué hace Emilio Díez para escapar de los tentáculos de redes, correos y pantallas en general? ¿Cómo desconectas?

R-. Como todos, paso más tiempo del que debería enganchado a pantallas. Intento controlarme, por supuesto. Para eso tengo pequeños trucos, que pueden resultar absurdos en algunos casos, pero que a mí me sirven. Por ejemplo, llevo reloj para no tener que consultar la hora en el móvil (al final siempre aprovechas para mirar algo más…). Escribo los borradores de las historias a mano (y sólo me coloco frente a un ordenador después). A partir de las diez de la noche, suelo apagar el móvil. Me obligo a no mirar más de un cierto número de veces el correo o entrar en Instagram… En definitiva, intento no convertirme definitivamente en un adicto.

FAN DE HANNIBAL LECTER

Habituado a trabajar en equipo y «rebotar ideas» durante sus más de veinte años como guionista, con Soma Díez se ha enfrentado a escribir en solitario seis horas diarias durante varios meses. Todo un desafío que ha superado pertrechado con su cuaderno Muji y muchas tazas de té («Hemingway se avergonzaría de mí…»).

Además, no tener nadie con quien debatir ideas -o mejorarlas- le ha exigido mucha disciplina y fe. «Disciplina para pasarte meses escribiendo en casa o en cafeterías creyendo que todo ese tiempo va a acabar valiendo la pena. Y fe en que lo que estás haciendo acabará encontrado su público».

P-. ¿Sientes que has tenido más libertad para abordar ciertos temas o personajes que en el entorno audiovisual? ¿O el formato no te ha condicionado?

R-. La libertad más importante es que cuando escribes una serie el trabajo es siempre colaborativo, de equipo. Una novela es un trabajo personal en el que te enfrentas a ti mismo. Para bien o para mal, el responsable último del resultado eres tú. En ese sentido, tenía claro que la novela debía ser lo que yo creyese que debía ser, no por soberbia, sino porque para sostener el trabajo de escribir en solitario debía escribir algo que me importase de verdad y que pudiese considerar mío.

P-. ¿Qué diferencias has encontrado entre construir un personaje para una serie y para una novela? 

R-. El oficio te permite quizás articular la trama y detalles de personajes con mayor rapidez, siempre teniendo en cuenta que no hay plantillas ni trucos, y que cada vez que escribes o te inventas una historia, es como si lo hicieses por vez primera. Pero sí tal vez hay un oficio, una forma (inconsciente, supongo) de abordar el trabajo y de saber intuitivamente si vas en la dirección correcta y si lo escrito tiene visos de funcionar.

P-. ¿Cuál es tu personaje malvado favorito de todos los tiempos?

R-. Hannibal Lecter de El silencio de los corderos es un villano maravilloso e hipnótico. Edmundo Dantés, el protagonista de El conde de Montecristo, es un héroe, pero a lo largo de la novela es atraído al lado oscuro y esa lucha entre su naturaleza bondadosa y el deseo de venganza es muy atractivo. Los asesinos reales de La ciudad de los vivos de Nicola Lagioia me perturbaron mucho.

P-. ¿Qué te gustaría que se llevara el lector al terminar tu libro? 

R-. Primero, la sensación de haberla devorado y haber sido llevado en volandas por la historia. Pero no sería una satisfacción completa si después no hubiese un poso de reflexión acerca de los temas que se tratan y el lector no echase de menos seguir en compañía de los personajes.

P-. ¿Te ha picado el gusanillo de la literatura? ¿Tendremos más novelas de Emilio Díez en librerías?

R-. Toda la experiencia de escribir la novela y darla a conocer está siendo estupenda. Sí, estoy escribiendo la que espero sea mi segunda novela. Ojalá se materialice en un futuro próximo.

Soma thriller

EMILIO DÍEZ COMO LECTOR

¿Cuál es tu manía -confesable-?

No puedo resistirme a comprar libros aunque sepa que tengo muchos pendientes. La lista de libros por leer no deja de aumentar, pero no me siento nada culpable…

Si alguien te hace spoiler de una serie o novela, tú…

Cada vez me gusta más leer algo o ver una película sin saber nada, para no tener prejuicios ni ideas preconcebidas. De eso modo, te forjas una opinión realmente personal antes de compartirla con otros.

¿Eres lector de un solo libro o simultaneas varias lecturas a la vez?

Casi siempre leo un par de libros a la vez, sobre todo si uno de ellos es extenso.

¿Cuál es tu género favorito?

Realmente, no tengo ninguno. Leo literatura de todo tipo y también ensayos.

Cuando estás inmerso en el proceso de escritura, ¿lees mucho o paras por completo?

Cuando escribo hago el esfuerzo de no leer nada narrativo para no contaminarme (o para no deprimirme, si el libro que leo es muy bueno).

¿Tus libros están subrayados hasta las tapas o los tienes sin mácula?

Soy un poco maniático en no estropearlos. No subrayo, pero sí coloco marcas en las páginas (pósits pequeños) cuando algo me ha gustado mucho.

¿Qué lectura hay ahora mismo en tu mesilla de noche?

El banquete celestial de Donald Ray Pollock y El buen mal de Samanta Schweblin.

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