Si hay alguien capaz de captar la magia de una escena y plasmarla en una fotografía, esa es Carmen Hache. Las imágenes de esta fotógrafa vallisoletana que se conoce la Sierra de Guadarrama como la palma de su mano son inconfundibles: naturaleza sin artificios, mujeres que desprenden luz y detalles que cuentan muchas historias.
Su DNI dice que nació en Valladolid en 1970. Su curriculum, que es licenciada en Pedagogía y fotógrafa freelance desde hace 10 años. Sus imágenes, que tiene una sensibilidad y una elegancia a prueba de algoritmos. Y quien la conoce, que es una mujer generosa, dulce y con una sonrisa luminosa.
Las fotografías de Carmen Hache son inconfundibles, puro arte: una paleta de color en tonos tierra, la mujer y la naturaleza en el centro de la mirada y precisión en los detalles para contar historias que trascienden la imagen. «Todo lo que tenga detrás una historia, ya sea personal o de un proyecto, me atrae y me motiva».
Que los caminos de Carmen Hache y Greta Libros con Garbo se tenían que cruzar era cuestión de tiempo: como nosotras, no concibe la vida sin libros y sin música. Y aunque todavía le queda un largo camino por recorrer, se imagina «jubilada disfrutando de muchas horas de lectura, en una casa de campo y siempre música de fondo».
Carmen es una fotógrafa extraordinaria que además de realizar sesiones por encargo (principalmente con mujeres) imparte cursos de fotografía online. En 2019 creó su primer curso y actualmente dispone de cuatro y un quinto en proceso. Más de 300 alumnos ya han pasado por ellos. «Unir mis dos pasiones, fotografía y formación, es lo que siempre soñé», nos cuenta.
Pregunta -. De todo tu bagaje profesional… ¿cuál te define mejor?
Respuesta-. Siento que la fotografía, y en concreto el retrato femenino, me define mejor que nada. La formación también… son como dos hijas. Crear y contar, eso es lo que me define.
P-. ¿Cómo llegaste a la fotografía?
R-. La verdad es que no lo sé, sabría decir cómo empecé a tomármela en serio, pero empezar… Desde muy pequeña me recuerdo pintando, escribiendo, leyendo y haciendo fotos. Y como no soy conformista, siempre he querido aprender más de todo aquello que me gusta. He sido muy autodidacta, muy curiosa. Primero fue en analógico, llegué a hacer algún curso de revelado en blanco y negro. De ahí pasé a digital y recuerdo que fue como aprender de nuevo. Hasta hoy, que sigo aprendiendo y creciendo profesionalmente.
P-. ¿Crees que los dispositivos móviles han democratizado la fotografía o la han banalizado?
R-. Creo que han puesto en valor el poder de la fotografía. Yo no estoy en contra de ellos ni mucho menos. Al contrario. Hay gente que gracias a los móviles ha descubierto la pasión por guardar momentos o hacer fotos para su Instagram. Yo he hecho alguna vez fotos con el móvil que son increíbles. Todo lo que sea crear arte lo veo bien. Aunque me quedo con mi cámara réflex, al final no deja de ser un instrumento. El arte está en la persona, no en el móvil ni en el precio de la cámara.
FOTOGRAFÍA Y ARTE
P-. ¿Qué te gusta fotografiar y cuáles son tus referentes?
R-. Me gusta fotografiar todo aquello que me permita imaginar una historia. Una casa antigua, un jarrón roto, una carta, un libro de segunda mano o una taza de café (hago muchísimas fotos a mis cafés y a mis libros). Y sobre todo a personas, porque me permiten contar esa historia, captar emociones. Maestr@s de inspiración, (uff) muchísim@s. Y no solo en fotografía. Desde Cartier Bresson, de quien creo que tod@s deberíamos aprender, a Toulouse Lautrec, que hizo que quisiera contar historias de la vida como hizo él con sus carteles. Me inspiran fotógrafos clásicos, modernos y poco conocidos. Ah, me inspiro mucho en el cine. Puedo pasar horas viendo vídeos de cómo trabaja Emmamuelle Lubezki o ver una película en bucle parando en escenas y analizándolas. La tele no me gusta, ¡pero esto sí!
P-. ¿A quién van dirigidos tus cursos de fotografía?
R-. A cualquier persona que busque aprender mucho más que hacer clic o hacer una foto correcta. La técnica es importante pero, entre nosotras, a mí me aburre un poco hablar de técnica. Yo me centro en todo lo que envuelve una foto, que es algo de lo que no se habla mucho (o nada) en los cursos tradicionales de fotografía. Yo me aburría en muchas clases a las que he ido porque, como mucho, se dedicaba una hora a comentar sobre estilo fotográfico, sobre la narrativa visual. Y a mí es lo que más me gusta con diferencia. Estudio y leo mucho sobre creatividad, inspiración. Quizá porque me encanta leer y escribir y la fotografía la veo como un complemento o viceversa. No me importa el nivel o la calidad técnica de mis alumnos, me importan las ganas y que quieran emocionarse con la fotografía.
P-. ¿Con qué frecuencia los organizas?
R-. Tengo cursos online todo el año, pero los más interesantes tienen fecha de comienzo porque, a pesar de ser online, hay acompañamiento. Se mezcla el hazlo a tu ritmo con el no estás sol@. Compartir nos hace más creativ@s. Y presenciales hago todo el año, en Madrid y fuera. También hago cursos One to One, con una o dos personas máximo. Los imparto en mi casa, duran ocho horas y pasamos un día precioso donde me adapto a las necesidades de cada alumn@. Son mis cursos favoritos. Por la cercanía y porque cada persona que viene se va con mucha información y mucho aprendido, venga con el nivel que venga.
SER ESPECIAL CADA DÍA
P-. Tienes sesiones Musa, ¿en qué consisten?
R-. Estas sesiones se pensaron para mimar a las mujeres. Surge de observar que una de las pocas veces en las que una mujer se deja maquillar, peinar, asesorar y se siente musa o especial es el día de su boda y poco más. No, no. Las mujeres somos especiales cada día del año y cada día es bueno para dedicárnoslo, así nace esta idea. Déjate mimar y siéntete especial porque lo eres. Y guarda esa experiencia en fotos.
P-. ¿Qué se va a encontrar la mujer que contrate una?
R-. En la sesión Musa se empieza con una primera toma de contacto, normalmente por teléfono. Ahí ya se crea algo especial. Soy mujer, con complejos, miedos, años y arrugas de más y sé cómo se sienten las mujeres que me llaman para hacerse fotos. Llegan con dudas: «No sé posar», «No salgo bien en las fotos»… y yo respondo siempre lo mismo: déjame eso a mí, hacerte fotos no es solo saber dar al botón correcto. Escucho, cuento mi experiencia y compartimos. A partir de ahí hacemos un grupo ella, Álida -que es la maquilladora con la que suelo trabajar- y yo. Empezamos a dar forma a lo que quiere transmitir. Puede ser una sesión íntima, en la naturaleza, urbana… En cada caso asesoramos sobre ropa, maquillaje, ideas y empezamos a construir la historia. Cada vez una. Y empiezan a emocionarse.
P-. ¿Hay un perfil definido de mujer que acude a tus sesiones personalizadas?
R-. Suelen ser mujeres que se lo autorregalan porque sienten que pasan los años y quieren tener un recuerdo de cómo son. También hay muchas mujeres que acuden a mí porque necesitan aceptarse, bien por un cambio físico importante, por la edad, por haber pasado por una ruptura, cambio de vida…
P-. ¿Cuál ha sido la sesión Musa más especial y por qué?
R-. Cada una lo es. Hemos llorado en muchas, de emoción y de felicidad. Recuerdo con cariño una en la que hicimos realidad el sueño de la chica que quería las fotos: hacérselas con un caballo. Nos hizo llorar a todos, dueño de la hípica incluido. Y quizá, la más especial, fue la de una mujer preciosa que acababa de pasar por una mastectomía. Eso, más su pelo rapado, hacían que no se reconociera en el espejo, pero quería guardar ese recuerdo. Para mí ha sido la experiencia más especial. Jamás la olvidaré. Estaba tan bonita a pesar de lo que el cáncer había hecho con su cuerpo… Conseguí que, en algún momento, ella también se viera bonita. Me emociono al recordarlo.
P-. ¿Dónde y cómo se puede reservar una sesión Musa?
R-. Para reservar, pueden escribirme o enviarme un email. Yo vivo en la sierra de Guadarrama y hago casi todas las sesiones en mi casa y alrededores, porque a las mujeres les gusta salir un día de casa y dejarse guiar. Pero me adapto y me acerco a sus casas incluso fuera de Madrid. Una de las últimas del año pasado fue en Bilbao, por ejemplo. Pero eso sí, no son en estudio. Llo que busco con este tipo de sesiones es la naturalidad y que la mujer se sienta tranquila. El estudio impone. Eso lo dejo para sesiones de producto o moda.
P-. ¿A cuántas mujeres has retratado hasta la fecha?
R-. No lo sé, ¡a muchas! Trabajo también con modelos -en mi fotografía de producto suelen salir mujeres- y en mis cursos presenciales llevo a una mujer como modelo… puede que a más de 100. No lo he contado nunca.
P-. ¿Qué es lo más bonito que te pueden decir tras una sesión?
R-. Más que decirme, sonreírme. Ver a la mujer que tengo delante emocionarse. Cuando miran la pantalla de la cámara, se reconocen y se ven bonitas. Eso es lo mejor. Y que se sigan viendo así después. Me han llegado a decir que gracias a mis fotos han tomado una decisión importante en su vida o que han empezado a quererse más. Eso es magia.
P-. ¿Cuál ha sido tu mayor reto fotográfico?
R-. Además de la sesión a la mujer de la mastectomía que he comentado antes, dar vida a portadas de discos es un reto enorme. Porque el disco es la historia de una cantante o grupo, es su proyecto y yo tengo que colarme ahí y saber crear la imagen que lo represente. Lo mismo para la primera vez que me encargaron una portada de libro. Es precioso formar parte de algo tan personal.
P-. ¿Las fotógrafas de retrato tenéis que ser un poco psicólogas?
R-. Yo creo que sí. Desde luego hay que trabajar la empatía. Creo que ahí me siento cómoda y hago que las mujeres que me contactan también. En la fotografía de retrato es imprescindible que la mujer se sienta cómoda, que haya un clima de confianza y cercanía. Es lo más importante y lo que, muchas veces, menos se cuida. Yo trabajo con mucho tiempo, sin prisas… Ni la cámara ni el estudio son lo importante, sino el clima que se crea.
P-. ¿Te has marcado algún reto profesional para 2023?
R-. Siempre me estoy marcando retos. Este año, además de lanzar un curso online nuevo, que trata sobre la creatividad y el miedo al folio en blanco, empezaré a impartir mentorías personalizadas para personas que quieran lanzarse a vivir de la fotografía. También será el año de empezar unos talleres muy especiales dedicados a mujeres y a su autoimagen. Impartido a medias con una terapeuta maravillosa: Sonia Simón. Y quiero, estoy ya en ello, dejar que la literatura y la fotografía estén más unidas que nunca en mi trabajo. Esto os suena, ¿verdad?
LA MERIENDA DE ALICIA / Curso de fotografía online
Si, como Carmen, tú también entiendes la fotografía como arte y fuente de creatividad, este curso online es para ti. Su objetivo es romper el bloqueo creativo (el miedo al folio en blanco) a través de retos semanales. Dado el éxito de la primera edición, en la que participaron más de 100 alumnos, Carmen Hache ha lanzado una segunda edición también inspirada en Alicia en el país de las maravillas. Es perfecto si te has quedado sin ideas o si sientes que siempre haces lo mismo. No se necesitan conocimientos previos de fotografía ni tener una buena cámara de fotos, basta la del móvil. El curso, online y con acompañamiento, empieza el próximo lunes 29 de mayo. El precio es de 86€ y las suscriptoras de Greta cuentan con un descuento especial del 15% (código CHGRETA15).