Los destinos mexicanos de la periodista Lydia Cacho

Los destinos mexicanos de Lydia Cacho
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Tras leer en el mes de julio sus memorias ‘Cartas de amor y rebeldía’, trazamos un recorrido por los destinos mexicanos que han jugado un papel importante en la vida de la periodista y activista mexicana Lydia Cacho, desde su infancia en Ciudad de México (CDMX) a su casa-estudio en la selva junto al Caribe.

El México de la periodista Lydia Cacho.
Fotos: Unsplash.

El pasado mes de julio las suscriptoras de la colección Grandes Mujeres recibísteis las memorias Cartas de amor y rebeldía de la periodista mexicana Lydia Cacho (Ciudad de México, 1963). Un testimonio de coraje y superación en primera persona. Para quien no la conozca, Cacho es una mujer con sensibilidad de poeta pero voluntad de guerrera que lleva años denunciando la explotación sexual de niños y mujeres a costa de su propia integridad física.

Exiliada hoy en España, su periplo profesional y personal la ha llevado por medio mundo, de Estados Unidos a Japón, Portugal, Senegal, Sudáfrica, Afganistán… Sirviéndonos de sus memorias como cuaderno de bitácora, trazamos un recorrido por los destinos mexicanos que han jugado un papel importante en la vida de Cacho, desde su infancia en Ciudad de México (CDMX) a su casa-estudio en la selva de la península de Yucatán.

Las memorias de Cacho arrancan de hecho en su casa familiar en la colonia Mixcoac, al sur de CDMX, para llevarnos inmediatamente a la colonia Nápoles donde viven sus primos y al colegio Madrid en el que estudió.

SERPIENTES, MURALES Y DESIERTOS

La colonia Mixcoac, «serpiente en la nube» en náhuatl, conserva según muchos el alma rural de sus orígenes, pues se mantuvo administrativa y espacialmente alejada de la capital hasta principios del siglo XX, cuando se transformó en destino de descanso para familias adineradas y, más adelante, de clase media. 

La colonia Nápoles, por su parte, es una zona residencial también de principios del siglo XX en la que conviven casonas de estilo colonial californiano con grandes construcciones como la plaza de toros, el estadio Azul o el centro cultural Polyforum Siqueiros (hoy en día cerrado), cubierto por el mural  La marcha de la humanidad de David Alfaro Siqueiros (en la imagen) y considerado uno de los más grandes del mundo. 

Por su parte, el Colegio Madrid en el que estudió Lydia Cacho, con más de 80 años de historia, fue fundado en 1941 por el gobierno español de la Segunda República en el exilio para los niños procedentes de la guerra civil. Acogidos por el México cardenista, con el tiempo se convertiría en una institución mexicano-española.

Centro Cultural Polyforum Siqueiros

Las “crepas de Cluny” también se cuelan en alguna de las cartas de la periodista mexicana. Cluny fue la primera crepería de México, inaugurada en 1974 en una casona de principios de siglo en San Ángel. A día de hoy sigue abierta, aunque con los años su carta ha evolucionado y además de crepes ahora ofrecen gastronomía tradicional francesa estilo brasserie

También nos asomamos de la mano de Cacho al Desierto de los Leones, una reserva natural en CDMX que ni es desierto ni está habitada por leones. Al contrario, es un bosque repleto de manantiales naturales donde se levantó el primer convento de México, el de los carmelitas descalzos. Este pulmón verde es perfecto para pasear en bicicleta, emprender rutas de senderismo o degustar antojitos en los diferentes espacios culinarios esparcidos por el parque.

Lo cierto es que CDMX es una ciudad palpitante y tras Londres, la urbe del mundo con más museos. La lista es interminable, desde el Museo Dolores Olmedo en un viejo palacete al sur de la ciudad que presenta la colección privada de arte de su dueña, con obras de Diego Rivera y Frida Kahlo (cerrado actualmente por labores de rehabilitación); hasta el maravilloso Museo Nacional de Antropología en el Paseo de la Reforma que reúne piezas de todas las culturas prehispánicas; sin olvidarnos de dos clásicos como el de Frida Kahlo (con gran afluencia de público) y el de Franz Mayer de artes decorativas.

DEL PACÍFICO AL CARIBE

La joven Cacho que trabajó como ayudante de producción en el rodaje de la comedia británica Yellowbeard (1983) nos lleva hasta Ixtapa-Zihuatanejo, en el estado de Guerrero. Un destino de playa a cuatro horas de Acapulco que ha sido escogido este año por The New York Times como uno de los 52 destinos más atractivos de 2022: aquí se puede bucear en los Morros de Potosí, nadar con delfines en las aguas del Pacífico, visitar la villa de pescadores de Zihuatanejo o la más moderna y turística de Ixtapa (están separadas por apenas cinco kilómetros), disfrutar de la oferta de ocio que ofrece la playa de El Palmar, practicar cicloturismo por rutas señalizadas…

Años después la Lydia Cacho comprometida, defensora de los derechos humanos y gran reportera, viajó a Chiapas, en el sur de México, para recoger testimonios sobre masacres como la del poblado de Acteal. Este estado de alma indígena (después de Oaxaca, es el segundo con mayor diversidad étnica del país) vivió un intenso conflicto armado a finales de los años 90 y hoy uno de los grandes reclamos turísticos de México.

Chiapas atesora algunos de los yacimientos mayas más significativos de México como Yaxchilán, Usumacinta, Bonampak o Toniná; parajes naturales como los lagos de Montebello y la selva Lacandona; y ciudades coloniales como San Cristóbal de las Casas, donde no hay dos fachadas del mismo color.

El México de la periodista Lydia Cacho.

Pero si hay un estado en México que aparezca una y otra vez en las memorias de Lydia Cacho ese es el de Quintana Roo. La periodista fijó su residencia durante décadas en la Riviera Maya bañada por el Caribe. Primero junto a su marido Salvador, a quien conoció en Akumal (popular destino de buceo donde abundan las tortugas), y después en Puerto Morelos.

INFIERNO O PARAÍSO

Pese al inframundo de corrupción y abusos que también emponzoña este rincón del mundo y que Cacho no dudó en denunciar en Los demonios del edén (2004), lo cierto es que la península de Yucatán cumple con todos los clichés del destino de viaje perfecto. Y Lydia los conoce en primera persona: excursiones en velero e inmersiones profundas en la idílica isla de Cozumel; practicar windsurf de Cancún a Isla Mujeres; pasear en bicicleta para ver el amanecer y caminar después por playa Delfines; bucear entre tiburones en isla Contoy; admirar el yacimiento de Tulum; visitar el poblado y la playa de Xpu-Há, refugio del artita español Paco de Lucía hasta su muerte en 2014…

Y Puerto Morelos, uno de los pueblos pesqueros con más encanto de la Riviera Maya donde Cacho residió durante más de veinte años. Esta villa de pescadores ha conservado sus dimensiones y su aire marinero sin pretensiones, con atractivos como el fondo marino del Parque Nacional Arrecife de Coral, el faro inclinado por los envites de un huracán hace más de 50 años, los cenotes de La Noria y Verde Lucero, puestos de artesanía que seducen pero no abruman…

Puerto Morelos, México.

Fue aquí, en la selva maya junto al Caribe, donde la periodista mexicana vivió en una palapa entre plátanos tropicales y aguacates, pirámides mayas y manglares. Una casa «con su gran biblioteca y estudio para escribir y pintar cerca del mar». Estaba hecha a base de  «piedra, madera, palapas, un huerto y árboles frutales, un gallinero para tener huevos frescos, un jardín de bambús para meditar, una fuente para escuchar el canto del agua mientras hago yoga…». Su refugio.

Todo -casa, familia, amigos y país- se lo arrebataron cuando pusieron precio a su vida y Cacho se vio obligada a huir de México a finales de 2020. Pero esta mujer valiente, honesta e incansable que ha conseguido la residencia y la nacionalidad españolas resiste los envites de la vida con el mismo estoicismo que el faro de Puerto Morelos.

Cartas de amor y rebeldía de la periodista Lydia Cacho

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