Hagamos un juego. Nosotras te decimos «Austria» y tú piensas rápidamente en tres palabras que te vengan a la mente. ¿Algunas de esas palabras han sido Viena, Sissi, Mozart (o quizá Klimt)? Bien, nada de lo que preocuparse (en España ya sabemos que nos identifican con la siesta, los toros y el flamenco y nos lo tomamos con deportividad y gracia… torera).

Lejos de quedarnos en la anécdota, Austria es un país fascinante, a tres horas en avión de España y con un patrimonio que merece la pena descubrir. Si aún no tienes tus vacaciones para los próximos meses reservadas, te lo recomendamos mucho. Y como de juegos va hoy el asunto, te proponemos un destino en función de tu colección favorita de Greta: no se nos ocurre mejor tándem para disfrutar del verano. ¿Y a ti?

NARRATIVA: CAFÉS DE VIENA

A las grandes historias de nuestra colección Narrativa les va como un guante cualquiera de los cafés de Viena, declarados en 2011 Patrimonio Inmaterial de la Unesco. Podemos empezar por el café histórico del Hotel Sacher (de aquí salió la receta de la tarta del mismo nombre) y continuar en el Sperl, donde emulando a los locales habrá que acompañar el café vienés con una buena ración de Apfelstrudel. Pero nuestro preferido es el Phil, que tiene biblioteca (¡amor a primera vista!).

Para noctámbulas, también hay cafés abiertos hasta la madrugada, como Kleines Café (Pequeño Café en español, un local en Franziskanerplatz que hace honor a su nombre pero que pese a su tamaño abre hasta las 2.00 am); Kaffee Alt Wien, mítico lugar de reunión de artistas; o Café Korb, un sí o sí para todo aquel que viaje a la capital austriaca.   

Y ya si lo queréis bordar (y haceros entender), quedaos con estas palabras: melange (café con leche); Kleiner Schwarzer (espresso, pronunciado cláina eshvarcha) y mokka (café solo sin leche ni azúcar).

ROMÁNTICA: INNSBRUCK

Si te gustan las historias de amor y los escenarios bucólicos, entonces Innsbruck es tu destino. Conocida como la capital de los Alpes, esta preciosa ciudad austriaca conserva un casco antiguo de más de 500 años de antigüedad con un conjunto monumental en el que destaca el Palacio Imperial, la iglesia de los Hombres Negros (por las 28 figuras de bronce que adornan el cenotafio del emperador Maximiliano I), la Torre de la Ciudad o el Tejadillo de Oro (que en realidad es de cobre pero reluce como si fuera de metal precioso)…

Todo ello enmarcado por la cordillera Nordkette, cuyos 2.000 metros de altura se pueden coronar desde el mismo casco histórico gracias a los funiculares que conectan el centro de Innsbruch con las estaciones de Hungerburg, Seegrube y Hafelekar. Para románticas sin remedio, también en Innsbruck se encuentra el palacio de Ambras, que el archiduque Fernando II mandó construir para su esposa secreta, Philippine Welser.

Welser era la hija de un sencillo comerciante (esto es, plebeya) pero Fernando II se enamoró de ella y en lugar de casarse con una princesa de la Corte francesa o portuguesa, decidió contraer matrimonio por la iglesia pero mantener su relación en secreto, todo un escándalo para la época (estamos hablando de 1557).

Considerada durante años la amante del emperador, Philippine le dio cuatro hijos (que por supuesto fueron excluidos de la sucesión de los Habsburgo) aunque uno de ellos, cardenal, intercedió ante el Papa para que pudieran hacer público su matrimonio. Cuenta la historia que ella dedicó su vida a sanar a los enfermos gracias a sus conocimientos en hierbas medicinales, mientras que el archiduque llenó la planta baja del castillo con retratos, rarezas y tesoros de distinta índole, convirtiendo el Castillo de Ambras en el primer museo del mundo. Completa el conjunto un parque de 20 hectáreas con cascada artificial (de la época) incluida.

NOIR: ROBO EN EL MUSEO 

Para las amigas del misterio, os sugerimos la visita al Museo de Historia del Arte de Viena o Kunsthistorisches Museum (KHM, para abreviar) donde en 2003 se produjo el robo amateur de un salero… valorado en 40 millones de euros. Se trataba de una pieza renacentista bañada en oro del genio Benvenuto Cellini. Encarcelado por asesinato y liberado tras la intervención de los Médicis y del Papa, Cellini era un talentoso discípulo de Miguel Ángel.

La pieza en cuestión, de 28 centímetros de altura, representa a Neptuno empuñando un tridente reclinado frente a una figura femenina. Cellini la creó en París entre 1540 y 1543, por encargo de Francisco I de Francia. Más tarde pasó a manos del archiduque Fernando II (entendemos que para su colección de artefactos curiosos del palacio de Ambras), antes de terminar en la colección imperial vienesa.

Pero volvamos al robo… ¿cómo alguien puede sustraer una pieza de tal envergadura sin levantar sospechas? Desactivando la alarma. Eligió el salero de Cellini de forma espontánea y sin premeditación alguna: uno de los robos más bochornosos en la historia del arte.

No fue hasta que leyó la prensa que el ladrón se dio cuenta de que se había llevado una obra maestra del Renacimiento. Trató de chantajear a la compañía de seguros exigiendo primero cinco millones de euros para subir después a 10 millones. No llegaron a un acuerdo y el salero permaneció tres años desaparecido hasta que tras largas negociaciones accedió a devolver la pieza.

La entrega resultó fallida y culminó con la policía persiguiéndole sin éxito por las calles de Viena. Pero una cámara captó al sospechoso y tras hacer pública su imagen, fue identificado. Se trataba de Robert Mang, de 50 años, director de una empresa de alarmas de seguridad y coleccionista de arte.

Tras ser detenido, confesó haber escondido la pieza de Cellini en un bosque cerca de Zwettl, una ciudad al norte de Viena, donde tenía una casa de vacaciones. Mang había marcado cuatro árboles para poder encontrar la escultura, que durante su periplo fuera del museo solo sufrió daños menores. Hoy, por fortuna, puede contemplarse de nuevo en todo su esplendor en el KHM.

GRANDES MUJERES: HEDY LAMARR

Austria estará ligada siempre a la figura de Sissi. De hecho, fue una de las biografías que en Greta enviamos a nuestras lectoras de la colección Grandes Mujeres, pero si viajáis hasta Viena resulta mucho más interesante seguir la huella de la diva del cine e inventora Hedy Lamarr.

Nacida en la capital austriaca en 1914, Lamarr despuntó muy pronto en Hollywood y provocó unos cuantos escándalos por interpretar el primer orgasmo femenino en el cine, concretamente en la película Éxtasis (1933). Pero su talento traspasó la pantalla porque junto a su marido George Antheil inventó un sistema secreto de comunicación para el gobierno estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial que sería el precursor del GPS, del Bluetooth y del Wi-Fi.

Lamarr y Antheil consiguieron la patente de su invención en 1942 y desde 2018 se otorga todos los años el Premio Hedy Lamarr, un galardón concedido a investigadores austríacos por logros excepcionales conseguidos en el campo de la tecnología de la información.

¡SORPRESA!: GRAZ

La segunda ciudad más importante de Viena es una caja de sorpresas. Caminando entre sus calles del casco antiguo de repente te topas con un museo de arte futurista (bautizado cariñosamente como Alien); su río Mur tiene una isla flotante de acero que conecta las dos orillas diseñada por Vito Acconci; conserva el arsenal más grande del mundo, la Landeszeughaus; ofrece grandes óperas y espectaculares cabarets; y además es la sede del festival de cine austríaco Diagonale, del de música electrónica y artes visuales Springfestival, del festival de música clásica Styriarte y del de arte callejero y teatro de marionetas La Strada. Graz es una sorpresa continua y su oferta cultural y artística no defrauda.

| Más información sobre estos y otros destinos de Austria en www.austria.info/es